Selma cuenta una historia que vale la pena recordar. La meritoria lucha por los derechos civiles, a costa de la propia sangre. El triunfo de la marcha pacífica y la movilización ciudadana. Recordar a Martin Luther King, pero también recordar a todos esos héroes más o menos anónimos que arriesgaron sus vidas por una causa justa. Que exista ya es una buena noticia. Ahora bien, la película en sí no vale demasiado.
Una ambientación convencional de los años sesenta, casi televisiva. En realidad, podría ser una película para la televisión de la HBO (que es más que decir “un telefilm”), en la que algunos actores de prestigio pero no de caché, hacen pequeñas intervenciones como secundarios de lujo. Tim Roth, Tom Wilkinson, Giovanni Ribisi, incluso Oprah, que no se pierde una. Por supuesto, están todos bien. También reconocemos algunas caras conocidas de buenas series de televisión. El protagonista, se dedica a hacer una imitación del personaje y se nota que se ha estudiado bien sus discursos. Tiene flow. David Oyelowo, un secundario que pasa desapercibido habitualmente y que aquí tiene un papel muy lucido.
Está narrada de una manera algo difusa, amagando y desaprovechando, como si algunas ideas se hubieran quedado fuera del montaje final. Como si quedara por ver la versión para la televisión con más escenas. Aunque, por otro lado, muchos otros momentos sobran, ralentizan el ritmo y no aportan demasiado. Apenas hay personajes y todo se centra en darle solidez a la sinopsis. Contar los hechos. Sí que hay algún momento emotivo. Lo contrario sería terrible dado el material sobre el que se trabaja. Por ejemplo, el anciano que ha perdido a su nieto. Otros muchos momentos son desaprovechados.
Mucha culpa la tiene su directora, Ava DuVernay, que no consigue darle fuerza a las imágenes. Falta épica en las manifestaciones. Falta suciedad y caos, falta sangre en los embistes de la policía. Y sobran movimientos de cámara innecesarios en muchas escenas de diálogo en las que se nota que no sabe qué hacer con la cámara. Un producto bienintencionado, que se deja ver, pero que está muy lejos de ser una buena película.