Crítica de la película La vida de Pi por William Munny

Ang Lee tiene potestad y nombre pata enfrentarse a cuanto quiera enfrentarse en el mundo del cine. Bien proponiendo films y proyectos como luego después de conseguir la producción realizándolos a su antojo. El director de Brokeback mountain o Deseo, peligro ha elegido la novela de Yann Martel La vida de Pi, un bestseller con muy buena aceptación que aúna las necesidades del buen cine comercial.

Sin embargo, esta unión entre tecnología y fantasía puede estar muy cerca de ser exagerada, quiero decir, puede que Avatar fuera una historia sencilla e infantil pero no se decantaba demasiado del resto de su atrayente, formaba un bloque, se podía ver por todos los públicos sin entrar en algarabías conceptuales que exijan demasiado del espectador. La vida de pi es mucho más compleja, espiritual o espirituosa, cadenciosa y lenta, con una propuesta trascendental que puede llegar a aburrir a un alto sector que quiera más carnaza en 3D.

Si ambos recorridos no se encuentran en la misma sintonía es posible que para muchos el exceso de imágenes preciosas inventadas sea demasiado increíbles o que los que las contemplen con maravilla se queden en el limbo de los de vaya lenta que es. En ese equilibrio sustancial es en donde la película se va a jugar los cuartos de su mantenimiento en las memorias.

La vida de Pi es una de esas películas que se necesitan para ir en línea continua en la recta de la cinematografía moderna de las nuevas tecnologías digitales, pero como muchas de ellas en ocasiones serán fallidas.