Si alguien me hubiera dicho hace un
tiempo que iba a estar deseando que se estrenara una película stop
motion basada en una novela de Roald Dahl, no me lo hubiera
creído, y además habría apostado a que el peor Tim Burton se
encontraba detrás del proyecto. Recordemos que Roald Dahl es el
responsable de ese cuento infantil de moralina tonorrona de Charlie
y la fábrica de chocolate. Pero no es Burton esta vez quien
muestra su gusto por el stop motion, sino Wes Anderson, uno de
los cineastas más interesantes del momento que nos ha dejado joyitas
como Life aquatic. El interés, sin duda, se dispara.
No preocupa en el caso de este extraño
director, que pueda sucumbir ante una técnica que no es la suya y se
diluya su sello, pues su personalidad es tan marcada que se dejará notar en cualquier caso. Además, este tipo de animación parece
adecuarse hasta cierto punto con su cine colorido y visualmente
alegre. Aspiro incluso a encontrar sus deliciosos paneos y encuadres impecables en este formato de animación.
En la versión original, el reparto de
voces es abrumador, con George Clooney y Meryls Streep en los papeles principales, y unos secundarios donde destacan nombres
como el de Bill Murray, Willem Dafoe o Brian Cox,
entre otros muchos. Desgraciadamente, de ellos no quedará nada en la
versión doblada.
Sin duda, el director partirá del
cuento original para ofrecer sus propios personajes, envolviéndolos
en cinismo y algunos toques snob. Recreará su propio universo y
disfrutará con el detalle de una animación que ya había rozado en
Life aquatic, con las escenas de los peces, y a la que
dedicará una atención artística especial.
Para disfrutar.