La postcrítica que empezáis a leer nace con vocación de corrección, pretendidamente exhaustiva, e, inevitablemente pedante. De ahí que deba comenzar por precisarme a mí mismo. En mi precrítica dije que Hollywood no se había interesado previamente por la figura de Alejandro Magno. Afirmación rotundamente falsa; existe una película de 1956, titulada "Alexander the Great", dirigida por Robert Rossen, e interpretada por Richard Burton y Fredrich March.
Desde el punto de vista histórico debo decir que la película sólo es escrupulosamente fiel en la vertiente de la ambientación. Algo que está muy bien cuidado en la película y que se nota y se agradece. Tácticas militares, como vestidos, utensilios, armas o ciudades se reflejan con una escrupulosidad de nota alta. Ahora bien, debo ser crítico con la visión histórica que se pretende transmitir de Alejandro en la película. Esto me resulta interesante, porque me sirve para enazarlo con una crítica que le hice hace unos meses a laversión cinematográfica que se hizo de "Troya", ya que, al parecer, en Hollywood no se ve con buenos ojos algo que en la Antigua Grecia era canon: la ambigüedad del héroe. Me explico. Alejandro era hijo de su tiempo, de un tiempo en el que sóloe xistía el honor en el combate en el campo de batalla, pero no en el del resto de las relaciones sociales. La película de Oliver Stone nos presenta un Alejandro golpeado por el «fatum», forzado, prácticamente, a ser Rey, contra su voluntad, a través de la oscura voluntad de su madre. Y esto es algo absolutamente falso. Si bien es cierto que no están esclarecidas las causas de la conjura contra Filipo, sí que lo es el que Alejandro se hallaba detrás. El lamentable flashback en el que se nos cuenta el magnicidio cometido contra Filipo está encaminado a resaltar dos cosas: la inducción en el asesinato de Olimpíade, y la situación al margen de Alejandro. Pues bien, para empezar, la escena históricamente no transcurre en una supuesta coronación de Filipo como rey de todos los helenos (como la sitúan en la película), sino en unos juegos realizados como conmemoración de la boda entre el tio de Alejandro (cuñado de Filipo) y Cleopatra, hija menor de Olimpíade, y hermana de Alejandro. Y es más, en dicha boda no se encontraba presente Olimpíade, por encontrarse exiliada. La película, para remarcar las manos limpias de Alejandro, lo muestra más preocupado por atender a su padre moribundo, que por coger al regicida; cosa que no sucedió en la realidad, donde se preocupó primero de acabar con la vida de Pausanias y cerrar su boca, que en atender las últimas palabras de Filipo. Lo que no entiendo es cómo el discurso del "hijo de su tiempo" sirve cuando se trata sin tapujos el tema de su bisexualidad, y en otros aspectos, mucho más interesantes de su vida, se cambia la Historia para presentarnos un retrato más cercano al espectador de hoy día.
Mi segunda crítica quisquillosa tiene como blanco la elección del personaje de Ptolomeo (en un estilo un tanto Gandalf), 40 años después de la muerte de Alejandro, como narrador de la vida de Alejandro. En este punto estoy de acuerdo con lo que ha sostenido Rómulo y Remo acerca del miedo a utilizar elipsis, un arte ciertamente complejo, y más en una vida que daría lugar a cientos de hora de film; pero no se puede utilizar tan abiertamente este personaje para enmascarar la voz de Stone, para decirnos qué es lo que le parece interesante contar a él y qué es lo que no le parece interesante, o aquello que no sabe cómo contar. Me explico. ¿Alguien se cree que a Ptolomeo le resulte más interesante contarnos los motivos que llevaron a Alejandro a elegir como esposa a Roxana, que, por ejemplo, contarnos la destrucción de Tebas, la clave batalla en el río Gránico, el asedio de siete meses contra la ciudad fenicia de Tiro, la fundación de la primera Alejandría (desde la que nos relata la historia) o la autodesignación de Alejandro como Faraón e Hijo de Zeus? Porque aquéllo que Stone nos ventila en medio minuto de voz en off y un plano constituye el núcleo duro de la vida y milagros de Alejandro, y el núcleo duro de las razones que luego guían su vida.
¿Por qué Stone elude la batalla en el río Gránico? La primera vez que Alejandro se enfrentaba a las huestes de Darío III, y en la que comienza a labrar su fama de héroe (o de temerario) al cruzar el río Gránico, mostrando un desprecio insultante a las flechas que le lanzaban desde el otro lado; a esa batalla en la que Clito, el negro, le salva la vida; y no en la de Gaugamela como aparece en la película. No se entiende viniendo de alguien que dice sentirse fascinado por la figura de Alejandro. Díme, Oliver, ¿por qué obvias el proceso que lleva a un joven valiente, encandilado por las leyendas troyanas y por el personaje de Aquiles, a creerse el mismo Aquiles, como manda que se le represente en monedas de la época. Lo fascinante de ese personaje radica en esa metamorfosis, no en largas veladas con Hefestion y la exaltación de la amistad, y una bisexualidad que lo único que crea en nuestros días es un morbo sonrojante, que sólo sabe traducir en largas conversaciones, miradas y gestos ACTUALES. ¿Por qué te molestas, Oliver, en colocar una escena en la que hablas por boca del mismísimo ARISTÓTELES para explicar cómo difiere el concepto de bisexualidad entre los antiguos macedonios y nuestros días, para luego perderte en matices propios de Boris Izaguirre? ¿Por qué tengo la sensación, Oliver, de que no te has preocupado por crear un guión sólido y consistente? Todas estas dudas y omisiones son las que hacen que la película me dure 5 horas, y no 3, y que me resulte lenta y pesada.
La última gran crítica que haré sobre esta película en cuanto a aspectos históricos se refiere tiene que ver con la caracterización de Filipo. La película destroza su figura, una figura que nunca estuvo marcada por una barbarie ciega y sin razón. No debe olvidarse que es Filipo quien en su agitada vida deja en bandeja de plata a Alejandro la posibilidad de convertirse en lo que se convierte. Él es el que perfecciona la legión y la táctica de combate macedonia, quien unifica a todas las ciudades-Estado griegas, convenciéndolas del enemigo común que tienen en el Imperio Persa. En la película, y, siguiendo con esa maniqueización propia del guionista hollywoodiense de nuestros días, se le pone en el lado oscuro, dentro del cliché de "padre estricto".
Ahora bien, dejando a un lado, ese pequeño resumen de grandes peros históricos, muy relacionados con el guión, pasaré ahora a iluminar estrellas.
Val Kilmer, el único creíble (con las salvedades que acabo de exponer), ya que ni Collin Farrel transmite el magnetismo del personaje, ni nos podemos creer a una Angelina Jolie que se dedica a actuar a golpe de pezón.
El momento en el que Filipo lleva a Alejandro a la estancia adornada con frescos relacionados con la literatura: Edipo, Jasón, Heracles, Aquiles... Ese momento me gusta de or sí, y en conexión con la escena de los últimos estertores del protagonista, que también me parece un acierto: la contraposición de los últimos pensamientos lúcidos de Alejandro y la disputa entre sus generales.
Las dos batallas, que me parecen muy superiores a las de "Troya". Si bien, Stone se equivoca al querer darnos una lección de Historia de las Tácticas Militares (comienza bien, pero luego no consigue centrar al espectador). Y, sobre todo, me gusta el contraste entre ambas batallas, reflejo de la evolución que había sufrido Alejandro tras tantos años; esa última batalla tan anárquica y sangrienta en la que la locura por su filiación de Dioses le lleva a enfrentarse al elefante del, presumiblemente, Rey Poros.
Y, por último, el montaje de la película, que, si bien, se aleja del barroquismo al que nos tiene acostumbrado Stone, se mantiene con pulso y brío.
He aquí razones para iluminar dos estrellas y una tercera a dejarla a media luz.
Pero...ya se sabe: todo es cuestión de si se ve la botella medio vacía o medio llena.