Considero que no destaca en ningún aspecto. Laureada más de lo debido, se muestra como una nueva muestra del cine festivalero más aferrado al género. Planos de relajados movimientos laterales, historias marginales, crítica social, interculturalidad... todos los ingredientes habituales que te sitúan indefectiblemente en primera línea de todos los festivales. Sin embargo, ninguno de estos ingredientes brilla de verdad. No se aprecia especial talento o maestría y, desde luego, no hay imaginación. Todo es demasiado templado.
Templado como las emociones genera, muy escasas, con una historia que conocemos de sobra en esencia y que no termina de entrar. Al menos, se agradecen las elipsis que nos ahorran minutaje y que parecen apreciar algo la inteligencia del espectador. Claro que ni aún así se consigue evitar cierta sensación de relleno.
La película no empieza mal. Aunque los personajes están algo estereotipados, al menos la historia resulta interesante. Cuando pasamos a la segunda parte, el defecto se agrava y la virtud se diluye.
Quizá lo peor es que los detallitos, los guiños, como los cruces de los personajes sin conocerse, están ya tan manidos que pierden todo su valor. Es una película que no aporta nada de sí misma.
Al final se queda en una bonita metáfora sobre particulares reencuentros entre padres e hijos, biológicos o de conciencia, el perdón, la culpa... que se sigue con cierto interés moderado y que tiene una factura técnica correcta pero no destacable. Un argumento algo enredado sirve para no bostezar hasta el final. Por último, un plano de cierre completamente salido de tono en relación al resto. Un nivel de lenguaje visual que no se corresponde con la tónica general. Quizá en esa línea hubiera funcionado mejor.
Otra película de festival.