Porque el ramalazo de fuerza musical con el que empieza no se mantiene, sólo vuelve en los créditos finales cuando se repite pieza. Floja e irrisoria se vuelve la banda sonora cuando intenta jugar al difícil juego de la tensión (momento en el que la puta con bicho le llama loco a Unax; el momento en que el personaje de Gonzalo entra en la casa de Unax).
Floja.
Porque Pablo Malo no sabe escribir un guión unitario y sostenible. Porque tiene que recurrir al agotado flashback por capítulos, porque uno tiene la sensación de que el personaje de la puta con el bicho es una porcelana que se compró el guionista en un bazar de todo a 0.60 €. Da pena ver cómo la utiliza para profundizar en el retrato de ese pueblo tan decadente, cómo se aprovecha de sus espaldas para ahondar en la presentación de Adrián (Unax Ugalde), me refiero a la escena de "loco"; cómo utiliza el ardid del VIH para provocar el primer encuentro entre Marisa y Unax en el bar de noche; cómo la explota para llegar al cénit de miseria en la que viven esos personajes con la historia del feto muerto en el lavabo; cómo le da carpetazo cuando la historia ha echado a andar. Porque los diálogos de la película no tienen fuerza y nadie se los cree, salvo los de una Marisa Paredes que cuando habla parece que sentencia ("a mí el futuro me cogió saliendo y entrando de un coche"). Porque en la escena en la que Mimo y Adrián se conocen en el cementerio de coches se ve la mano negra del guionista forzando las cosas para llevarlas a la discusión posterior en el camino en el que Gonzalo le pega a Adrián, para avisar a todos los espectadores del amor oculto que Gonzalo profesa hacia Mimo y del tema del SIDA, anteriormente mencionado. Porque resulta muy floja la escena precoital entre Mimo y Gonzalo, aderezada con un suspense de servilleta de papel con el abogado (¿a qué viene tanto misterio e intento de engaño?).
Floja.
Porque Unax Ugalde no puede con un personaje sin sentido, que, de repente, juega a ser Bruce Willis, otras a Mathew Modine, y otras a Jack Nicholson. Porque el mínimo que aporta la Paredes no sirve para ocultar la nefasta actuación de Marta Etura (Mimo).
Floja, sí...pero con talento.
Con el talento de un director que sabe elegir bien los planos, y jugar con la luz en ellos (el inicial con la ventana, el final en la bañera); lástima que no sepa cómo aportar vigor a las escenas de acción (pero eso es un problema endémico en el cine español), con el talento del actor que encarna a Gonzalo, que con sus miradas huidizas y sus medias sonrisas borda un complejo personaje.
No ha nacido ninguna figura con esta película que llegue a sobrevivir al inevitable paso del tiempo. Quizá, el problema de este director sea que no sabe escribir guiones.