Luego ha habido muchos nombres. Mientras cierto magnate intentaba cargarse a Chaplin en fiestecitas privadas (y fallaba y se carga a otra...), las movidas y los guantazos tomaban en pantalla el jeto de Edward G. Robinson y sospechosos similares.
La lista de duros se enriquecería rápido: Que si Wayne a tiros en América o a puñetazos en Irlanda; que si Bogart que con dos puyas ya te había tumbado...
Y para hijos de puta de los grandes, el Klaus Kinski en vida, olvídense de sus películas; no ha habido nadie más peligroso ni en Melmac después de una repoblación de gatos.
Pero esto eran nombres de segunda o incluso tercera fila. Para duros duros, los de después: Stallone empezó un poco amariconado ganando Óscars, y la hostia. El Chuache prefirió comenzar a broncas y se lió a matar cabrones desde el primer minuto de su primera película; pero según ha ido creciendo su cuenta corriente... bueno, ya saben donde ha terminado.
Van Damme, por su parte, ha sido toda su vida el rey de los videoclubs, eso es cierto. Y a coces no le gana ni Imperioso, pero... joder, era bailarín de ballet. ¡¿Qué puta señorita es esa?! Y este pavo se hace llamar el rey del kárate. Coño, el príncipe del Cascanueces, diría yo.
Que no, coño. Que no hay nadie como el grande, el único, el inimitable, el inexpresivo y el intratable Steven Seagal. Nadie como él, porque le digan lo que digan, ponga lo que ponga en el guión, le pongas delante al actor que le pongas... siempre le acaba rompiendo el brazo.
¡Qué manera de pegar, qué manera de romper, qué manera de... pegar y de romper! Cieto que su cara expresa lo mismo que un poster plastificado de una lechuga. Sí, cuando habla parece que habla el programa reproductor de voces de mi ordenata, el de: La ta-ra-ra sí, la ta-ra-ra no, la ta-ra-ra ma-dre, que la bai-lo yoooo... Pero cuando pega, coño, le entra a uno en la butaca ganas de saltar y ¡romperle la cabeza al linterna que aún está sentando a dos payasos que acaban de llegar! Diosss, ¡también le voy a partir la cara a esos hijos de puta! ¡Aaaahhhh aiuuuukeeeennnn!
Claro que... no puedes llevar a la novia a una peli así. Pero, qué hostias, le regalas el disco ese del Calamaro de las 100 canciones y en lo que se lo está escuchando te ves dos pelis del tío Steven. Hay tiempo de sobra.
Resumiendo: Dicen que nadie ha retratado los bajos fondos como Scorsese; que nadie ha reflejado mejor la violencia que Kubrick... ¡Gilipolleces!
Ford. Hitchcock. Y Seagal. Para qué más. Eso es cine.