Ni la atmósfera, ni el suspense ni la
verdadera brutalidad de su primer trabajo, A l'interieur. Los
directores, Bustillo y Maury han realizado una segunda
película realmente irregular con una narrativa a la que le faltan
las condiciones básicas. Un juego de flashbacks realmente torpe,
fundidos en negro o encadenados propios de un principiante aunque lo
más sangrante es la presentación de personajes y calentamiento que
dura casi una hora y no aporta apenas nada, más que la primera
visita a la anciana.
Pero hay cosas rescatables. Algunas
imágenes muy potentes, relacionadas todas con el contraste de la
delicadeza de la danza y lo salvaje del vampiro. La sangre manchando
la boca y el vestido muy deudora del Drácula de Coppola con Lucy
saliendo de la tumba. Aquí también tenemos una Lucy, Lucie en este
caso, como en la mayoría de las pelis de vampiros recientes, por cierto.
Le salva en parte cierta osadía en su
recta final, el gusto por la lírica -algo cursi debo decir- y en
general la sensación de que han querido hacer un producto personal y
diferente, sin miedo al fracaso. En cualquier caso, queda lejos la
calidad de su primer trabajo.