El topo es una de esas películas que intentan recuperar un determinado cine de espías que ya es muy difícil de encontrar en la cartelera. Hablo del que para mí es el genuino cine de espías, con el Telón de acero como fondo y con un juego más cercano al del ajedrez que al del silicio. Si en los últimos tiempos hemos visto al ser humano sucumbir frente a las máquinas en el ajedrez, en los últimos tiempos hemos visto cómo ese cine de espías más creíble y realista ha sucumbido al cine de espías efectista, también realista, en el que hay gadgets y elementos de dispersión del entretenimiento. Sin ir más lejos en la cartelera tenemos a Misión Imposible 4.
En contra de esto nada mejor que recuperar un relato de John Le Carre que ya fue objeto de una mini serie por parte de la BBC en 1979. A esto le tenemos que añadir la presencia en la dirección de Tomas Alfredson. Hablamos de uno de estos referentes que en los últimos años nos han llegado de Suecia. Él lo hizo, y de qué manera, con Déjame entrar, una revisitación del mito vampírico en el que construyó una atmósfera poderosísima y una mezcla entre realidad y onirismo ribeteada con poderosas llamaradas de acción. Me parece un director perfecto para resucitar este género.
¿Y qué mejor que un trío de actores como Gary Oldman, Colin Firth y Tom Hardy? El primero es uno de mis actores favoritos de todos los tiempos con actuaciones tan memorables como la de Drácula o en León, el profesional. El segundo, ganador de un Óscar el año pasado por El discurso del rey y que se ha convertido en uno de los actores de moda y más solventes. A este punto está llegando poco a poco Tom Hardy, exaltado por su papel en Origen, de Christopher Nolan.
Una película que espero me dé mucho frío, mucha cadencia, mucha lentitud y parsimonia. Si además de todo ello me entretiene, no se puede pedir más.