La primera década de este siglo de todos pero en manos de unos pocos (a las pruebas me remito) también es la época de esplendor y de ascensión de la novela negra nórdica en nuestros hogares. Lecturas entretenidas y ambientaciones de cuento, excavaciones y desentierros, disputas familiares, violencia, acción y suspense. Cada uno de ellos (Holt, Adler Olsen, Jungstedt,, Lackberg, Stieg y Asa Larsson...y me dejo muchísimos más aunque estos son los más populares y rosas) comparten y se juntan en el mismo punto: la violencia. Esa violencia "nórdica" con cuerpo de cine son el uno para el otro. Pongamos dos ejemplos de esa receta en el cine: Millenium o Aurora Boreal. Con más pena que gloria pero con la sensación de haber puesto los mimbres. Y con la satisfacción de sus lectores de poder disfrutar en la gran pantalla y de comparar. Se trata de compartir imágenes, ideas, sensaciones...Todos somos el todo.
En esta cinta noruega su director Morten Tyldum, a quien le llega la hora de la verdad con su tercer trabajo en la gran pantalla tendrá que dejarse aconsejar por un Jo Nesbo vivo (Stieg no llegó) que ha escrito la novela, de un director de fotografía que trabaje bien con los recorridos emocionales y de espacio además de poner él mismo su particular versión cinematográfica. Sabe que se empiezan a mirar con lupa estos trabajos. Sabe que la puesta en escena es superficial y necesaria. Sabe que la violencia, la acción y el suspense son fundamentales. Sabe que somos todos conocedores de la dificultad del trasbase del papel a otros campos, sobretodo al séptimo arte, donde la instantánea es su máxima. Pero hay que intentarlo. Se trata de una cuestión de temperaturas.