Crítica de la película Vengeance por Iñaki Ortiz

El cine francés y el oriental siempre han tenido una estrecha relación de fascinación mutua. Son muchas las coproducciones de Francia con alguna de las principales potencias cinematográficas orientales (Japón, China, Corea...). También hay varias películas en las que participan un reparto mixto de franceses y orientales (Hiroshima Mon Amour, Irma Vep o la reciente Yuki & Nina que podemos ver en el festival de San Sebatián).

Ahora, llegada del festival de Cannes a la sección Perlas en el Zinemaldi, tenemos la última película del hongkonés Johnnie To, Vengeance. Muchos lectores le conocerán, es uno de los más respetados directores de Hong Kong, quizá el más importante. Recientemente han tenido buena acogida las dos partes de Election. Aunque comparte temáticas con sus compañeros de Hong Kong (acción, mafias, etc.) su mirada es más sobria, menos supeditada a la ensalada de tiros, más elaborada. Sobre todo, más interesante.

En esta ocasión, su protagonista es el mismísimo Elvis francés, Johnny Halliday, todo un icono en su país, que ya ha participado en algunas películas. De esta manera se vuelve a cumplir esta relación entre Francia y Oriente de la que hablaba.  Parece encontrarse detrás del persnaje protagonista cierta nostalgia por aquellos tipos duros de la Nouvelle Vague. Es fácil pensar en Alain Delon en El silencio de un hombre, y si después observamos que Johnnie To está rodando el remake de otra película de Melville, Círculo rojo, todo empieza a encajar a la perfección.

Lo interesante aquí es la fusión, por un lado la de ese cine de entonces con el de ahora, y por otro, la de ese toque francés con las luces de neón de Hong Kong. La mezcla puede resultar muy interesante.