En ´21 gramos´, su director, demiurgo de cámara inquieta y fotografía granulosa, mezcla la vida de tres animales de la pantalla, juega con tres destinos como lo hacían desde la Warner con el del pobre Coyote. Y como lo hacía Tarantino con sus muñecos de cartón y sangre en ´Pulp Fiction´. Cito a Tarantino no aleatoriamente, ya que muchos han querido comparar a Iñárritu, en su estilo narrativo fragmentativo, con el peculiar estilo del enfant terrible hollywoodiense. No comparto esas opiniones; Tarantino elabora tramas bien desarrolladas, de las que luego podemos descubrir su interconexión (caso de ´Pulp Fiction´) o bien hace avanzar la historia pespunteándola en puntos determinados con flashbacks aclaratorios que complementan y completan la acción (´Reservoir Dogs´). Lo que Iñárritu hace es elaborar un complejo puzzle, voluntariamente sin sentido de la continuidad temporal, lo que provoca que en los primeros minutos el espectador no sepa muy bien a qué atenerse. Tan solo puede atender a fragmentos sueltos que rebosan dramatismo, dolor, dureza; así, el espectador está completamente desamparado e indefenso ante esas emociones que le llegan. Y según avanza la historia, y utlizando ese estilo narrativo para conferir un ´algo´ parecido al suspense al desarrollo de la película, Iñárritu va completando el puzzle de manera exquisita a fin de que, sin abandonar ese estilo de ´pieza-a-pieza´, todo se entienda perfectamente.
Siguiendo con la comparación: (Y este es un argumento que también ha esgrimido, no sin indignación, el propio Iñárritu) Quentin Tarantino basa sus películas en una violencia de diseño, a menudo innecesaria, mientras que en Iñárritu la violencia es soterrada, está en las consecuencias del drama, de cada tragedia y, a menudo, ni tan siquiera es visible.
Por lo demás, es cierto que no asistimos a tragedias que no hayan sido contadas varias veces, bastantes, en la gran pantalla. Pero aquí tenemos la fuerza y sinceridad de la cámara de Iñárritu, su estilo que se revela sumamente personal, y sobre todo, tres actores en auténtico estado de gracia. Hace bastante tiempo, ya, que sabemos que Sean Penn es uno de los grandes -aunque haya quien no parece darse cuenta, todavía.