James Gray ya cuenta con el
beneplácito de parte de la crítica que no duda en deshacerse en elogios. Quizá
para mi gusto pueda quedarse en un cine demasiado clásico y falto de
novedad. Recordaré la frase destacada de la crítica de mi compañero
Rómulo de su anterior película La noche es nuestra: de
tanto incidir en el género, al final a Gray le va a salir alguna
película cojonuda. Lo curioso es que, en principio, esta nueva
película se escapa del cine negro al que nos tenía más
acostumbrados.
En cualquier caso, deberemos tener
cuidado al catalogar el género, o quizá mejor no deberíamos
hacerlo, pero probablemente ofreceríamos un tímido "drama
romántico". Sin embargo, lo que mejor define la intención del
director son sus propias palabras: "convertir un guión estúpido
de comedia romántica en una historia increíblemente sombría".
Con lo que finalmente, los código de género que puedan desprenderse
de este trabajo, probablemente no estén tan lejos de sus anteriores
títulos.
Vuelve a contar con Joaquin Phoenix,
en lo que hasta la fecha ha sido su último trabajo (recordemos que
el actor anunció su retirada del cine). Junto a él, Gwyneth
Paltrow, una actriz que parecía desaparecida de la primera fila,
pero que se ha recuperado un poco con la saga de Iron Man. A su lado,
Vinessa Shaw, a la que hemos podido ver recientemente en El
tren de las 3:10.
Me temo demasiadas imposturas, gestos
artificiales y dramas forzados que empañarán en parte una historia
bien llevada y una realización de atmósfera perfecta.
Veremos si consigo dejar aflorar mi
sensibilidad más clásica.