Desde luego, es sumamente prometedor que en su primer largometraje, el realizador argentino Adrian Biniez haya conseguido ganar el León de Plata en el Festival de Berlín, compartido con Alle Anderen, además de dos premios más en el mismo certamen. Un comienzo esperanzador, pero que personalmente, puede parecer más de lo que realmente es.
Seguro que estamos ante una cinta que contará una tierna historia, oculta bajo una capa de mediocridad y un cierto patetismo, entre la comedia y el drama, que nos ablande el corazón mientras se nos hace cómplices de la obsesión del protagonista: Un orondo vigilante de supermercado dentro de un microcosmos dónde las apariencias engañan.
Quizá estemos delante de un alguien que pueda seguir la estela de Juan José Campanella (El secreto de sus ojos) y podamos disfrutar tranquilamente de una película con una sensibilidad especial. Los románticos empedernidos, seguramente disfrutarán de sus pequeños detalles.