Lloyd Kaufman, el director de esta película, es el presidente y uno de los fundadores de La Troma. Dicho esto, a muchos lectores les sobrará el resto de mi precrítica, para los que no, me extenderé un poco más.
La Troma es una productora y distribuidora que lleva ya 30 años generando películas de terror grotescas. Por ejemplo, películas como Los surfistas nazis deben morir o El vengador Tóxico. Una legión de fans dan sentido a que esta productora siga generando locuras.
No hay mucho que dudar sobre esta película que se presenta ahora en la semana de terror de San Sebastián, será una nueva gamberrada que cuenta con un argumento voluntariamente ridículo.
Eso sí, que sea una tontería de terror cómico no significa que no tenga su mensaje. En este caso los que saldrán mal parados serán los restaurantes de comida rápida, a los que se hará una crítica un tanto rocambolesca que no esconde demasiado el mensaje: son deprimentes. No es la primera vez que La Troma usa sus argumentos como denuncia, ya en su momento arremetieron contra la política del gobierno americano y la cosa les salió cara, se pegaron un buen batacazo del que casi no se recuperan, y no sé yo quien tiene más poder, si el gobierno o Mcdonalds (este último tienen más embajadas).
En cualquier caso, para quien quiera y pueda disfrutar de este esperpento. Yo supongo que podré.