Expectativas altas, bien altas. Cuatro actorazos, escenario único y narración en eso que llaman tiempo real. Vamos, que si la peli dura 80 minutos lo que se nos cuenta en pantalla abarca, también, exactamente esos 80 minutos. Y todo sobre un texto con bien de mala uva firmado por Yasmina Reza (la misma de Arte).
Si alguien puede afrontar esto con solvencia es Roman Polanski. Ya afrontó un reto parecido en La muerte y la doncella, estilísticamente; aunque temáticamente nos vamos aquí por otros derroteros. Eso sí, un tipo como Polanski no va a caer en ese error tan habitual cuando un cineasta lleva una obra de teatro a la pantalla: La de "airear" la obra, como dicen los franceses. Sacar su acción a exteriores de tanto en cuanto solo por demostrar que, oye, esto no es teatro, ¡es cine! ¡¡Craso error!!
Retomando. Polanski ha reclutado a la propia autora para, juntos, perfilar lo que él creía necesario perfilar, retocar, apuntar, apuntalar, talar. Y de ese trabajo ha resultado el libreto al que han dado forma Winslet, Foster, C. Reilly y Waltz. Cuatro patas para un banco de lujo. Ellos no sólo estarán perfectos, sino que seguramente han disfrutado con cada detalle, y eso se notará en la pantalla. Hay mucho talento ahí.
Finalmente espero cinismo, sarcasmo, mala leche, y un guiño constante tras tanta pelea. El guiño de Polanski, al que no le va a temblar el pulso. Maestro.
Se nota que espero no precisamente poco de Un dios salvaje. Mantengamos esa confianza: Va a estar al nivel.