Crítica de la película Mi nombre es Harvey Milk por Iñaki Ortiz

De vez en cuando Gus Van Sant baja de su nube de cineasta independiente para hacer un trabajo comercial. Puede ser alguna insensatez como el remake de Psicosis, o un trabajo facilón como El indomable Will Hunting o Descubriendo a Forrester. Quizá en esta ocasión consiga ofrecer un trabajo intermedio, claramente comercial por su temática, por su formato de biopic y por sus intérpretes, pero también más relacionado con temas que pueden interesar al director. Sin entrar a desvelar nada de nada, diré que en su capítulo de Paris je t'aime ya se mostraba interesado por la temática.

Si la mitad de la personalidad de la película la aportará Van Sant, la otra mitad recaerá, lógicamente en Sean Penn, que está decidido a conseguir otro Oscar (quizá deba escuchar los consejos que se le dan en Tropic Thunder), aunque me temo que Micky Rourke no está por la labor de ponérselo fácil este año. Sin duda el actor se encuentra como pez en el agua aquí. Por un lado, en un personaje de marcado histrionismo con el que lucirse, y por otro lado, en un alegato de izquierda, de esos que tanto le gustan. Confío en que sabrá darlo todo por el proyecto y nos regalará una interpretación memorable.

Pero no acaba en Penn la lista de buenos intérpretes, y es que en este trabajo se han ido a juntar un buen grupito. Emile Hirsch trabajó precisamente a las órdenes de Sean Penn en Hacia rutas salvajes, y no lo hizo nada mal, atención a esta joven promesa. Por otro lado, Josh Brolin que no ha parado de trabajar en títulos importantes desde que protagonizara No es país para viejos, hasta ha llegado a dar vida a Bush en W. Aún quedan otros nombres interesantes como Diego Luna y James Franco.

La película, como todo biopic, no aburrirá. Será como mínimo correcta en todos sus aspectos. Tendrá momentos emotivos, desafiará las injusticias sociales y contará con muchos puntos de humor. Lástima que seguramente, no nos aportará demasiado, y la sonrisa satisfecha con la que saldremos de la sala se difuminará en el olvido a la mañana siguiente.