Al hilo de la reciente conversación forera sobre Steven Soderbergh, hay quien tachaba sus películas de telefilms. Y, mira tú por donde, es precisamente a eso a lo que me ha sabido esta Brokeback Mountain. Aunque he de matizar que, en cualquier caso, me parece un buen telefilm.
No comparto demasiado la admiración desmedida hacia el trabajo de Ang Lee de la que muchos hacen gala vociferando vía altavoz. Los preciosistas planos de las montañitas de marras y demás paisajes con los que trufa toda la película, son de lo más habituales, nada más que las clásicas postales ya mil y una vez vistas, salvo dos o tres excepciones.
Prefiero el Ang Lee de otros momentos sueltos, dispersos a lo largo del (ya de por sí disperso, además de larguísimo) metraje. Secuencias aisladas que hacen que uno recupere el interés y se de cuenta de que, sí, esta película tiene una buena mano detrás, tiene un cuidado, tiene una profesionalidad.
Lo peor de la película es que a menudo aburre. La primera parte es lenta y se regocija en el detalle. Entre la minutada de ese fragmento, por supuesto, aparecen buenos momentos, buenas imágenes, buenas secuencias. Pero el ritmo me pierde.
Luego, sin una flexión marcada, de repente el tempo se dispara y la narración se convierte en un devenir de años. O para ser más exacto, la narración se convierte en una serie de secuencias más o menos breves que van esbozando apuntes de lo que pasa de tanto en tanto. Ahora la película apenas puede detenerse en detalles, rara vez lo consigue, y cuando lo hace ese detalle es más bien un buen encuadre o una bonita imagen, más que una situación llamativa en la historia. La película se pierde, y me pierde un poquito más.
Quizás en su parte final la cinta gana en intensidad y contiene varios momentos de mejor nivel. Los mejores dentro del conjunto. Y, desde luego, la mejor escena de la película sin lugar a dudas ni discusiones: El personaje de Heath Ledger, conociendo la muerte de "puto Jack", visita a sus padres, figuras fantasmales de ojos que ven ya otras siluetas, pertenecientes a otros mundos. Una escena que me supo a cine, en su integridad, y lo agradecí.
Un dramón. Es un dramón que por momentos me aburre y en otros me interesa, pero más por los buenos momentos que Ang Lee consigue sacar de aquí o de allá que por el interés que la propia historia pueda suscitarme. Y la admiración generalizada ante la belleza de la película, se me escapa. Es agradable, buena factura y técnicamente irreprochable; más allá de eso, nada nuevo, nada diferente, y por si me objetáis que la película no busca eso, tampoco encuentro una belleza especial, que merezca ser destacada.
Lo que sí debo destacar antes de cerrar es el trabajo de todo el elenco actoral, al completo. Buen trabajo; curiosas elecciones de cast, algunas de ellas, pero el resultado es sorprendetemente positivo. Salvo el pelucón de Anne Hataway (o como se llame). De chiste.
Confieso que algunos momentos me hicieron pensar en concederle la cuarta estrellita. Pero no, en otras partes la propia película se encargó de quitarme la idea de la cabeza.