Y así...hasta que todo estalle. Irónicas pero auténticas palabras con las que se despide nuestro querido protagonista del film. Como bastardos e infantiles críos caprichosos y consentidos quedan en nuestra retina si todavía quedaba alguna duda. Lo que consideraba como una cinta capital en estos tiempos es, efectivamente, un trabajo didáctico, con nociones básicas sobre qué hacen con nuestro dinero y cómo lo mueven de aquí para allá, sobre cómo se comportan y lo más importante, lo pocos en número que son respecto al resto de los mortales que son víctimas de sus pataletas, ambiciones, tiranías personales y colectivas. En definitiva, sin duda alguna, una metástasis.
Una cinta seria que parece no serlo debido a la exposición de cinismo, sarcasmo y crueldad intolerable. Un recorrido desde arriba hasta arriba, no pone ni un pie en las aceras de las víctimas que pasean a diario por ellas. Localizaciones que se proyectan en nuestras cabecitas a diario también que arman y diseñan una coraza fría y dura. Sin recurrir al lujo más televisivo y tópico, hemos asistido a la mayor de las orgías financieras en mucho tiempo. Mucho cuerpo y manteniendo hasta el final la intensidad, los roles, la capacidad de odiarlos y divertirnos con ellos. Una clase sin clase.
Costa-Gavras y la necesidad de contar de una manera politicamente correcta sin caer en el documental desde un perfil comercial y apto para todos la Internacional de los banqueros. Espectadores del mundo, ¡uníos!