Con la resaca aún de la Alfombra Roja nos vemos obligados a pasar página y mirar con resignación lo que nos trae la cartelera tras el maremoto de buen cine Óscar.
Yo he decidido empezar esta temporada con la nueva película de Nicole Kidman. Papel por el que algunos apostaban por nominación a Mejor Actriz, pero que terminó quedándose en una exigua nominación a Mejor Actriz Dramática en los Globos de Oro.
El director de la película es Jonathan Glazer. Se trata de uno de tantos directores que ha venido del mundo videoclip y que deslumbró con su ópera prima: "Sexy beast". Una película negra, muy negra, con un Ben Kingsley esplendoroso, con nominación al Óscar incluida, ambientada en las Costas Levantinas. En esta ocasión Glazer ha optado por un guión dramático con tintes sobrenaturales, cambiando radicalmente de temática.
El guión de esta película lo firman Milo Addica (máximo responsable del despropósito de libreto de "Monster's ball") y el veteranísimo Jean-Claude Carriér ("Valmont" de Milos Forman). Me espero un melodrama medianamente bien construido, con mucha manga ancha en los temas sobrenaturales, y con un exceso de moralina, que espero Glazer sea capaz de maquillar a través de la iluminación de su rutilante estrella, Nicole Kidman, y de la enriquecedora presencia de Anne Heche (la rubia de "Seis días y siete noches") y de la grandísima Lauren Bacall, mito viviente del Hollywood más clásico.
Para mí, estas breves reseñas me aseguran una película muy agradable con la que enfrentarme otra vez a la triste realidad de la cartelera semanal. Eso sí, absténganse de verla todos aquéllos que adoren a Nicole Kidman con el pelo largo.