El cine argentino siempre ha tenido
cabida en el festival de San Sebastián - aparte de la sección
dedicada al cine latinoamericano - y este vez no podía ser menos. La
película que nos ocupa participa en la sección oficial, aunque, al
contrario que en otras ocasiones no encontramos un nombre con aval
suficiente tras la cámara.
Se trata de Ana Katz con sólo dos
largos antes que este, espaciados en el tiempo y que no han tenido
una considerable repercusión. Eso sí, en ambos ha tenido una
importante participación el festival, desde su sección En
construcción. Quizá era cuestión de tiempo que la directora
llegara a la sección oficial.
La historia es casi eterna: problemas
entre dos hermanos. Es posible que los personajes estén bien
dibujados y los diálogos - especialidad nacional - sean al tiempo
intensos y naturales. Lo mejor es que no ha necesitado un metraje
excesivo (no llega a la hora y media), lo que es de agradecer frente
a otros proyectos que no hacen más que meter relleno para justificar no sé muy bien qué. Una película
para ver cómodamente y olvidarla según sales de la sala.