Hay algo que me recuerda irremediablemente en esta película a La vida es bella, aquella preciosa fábula de Roberto Benigni, que mezclaba la dureza de una situación con la inocencia de un niño, la crueldad con la ternura, las lágrimas con las sonrisas, dónde de la tragedia podía exprimirse una bonita historia.
Por estos mismos derroteros parece que vaya encaminada esta producción entre Francia Y Rumania, ambientada en la época de la dictadura de Ceaucescu, con un enfoque diferente sobre las condiciones a la que estaba sometida la sociedad rumana en aquel tiempo no tan lejano, que ya se retratara con mucha más dureza en la multipremiada 4 meses, 3 semanas y 2 días.
Está escrita y dirigida por el debutante Catalin Mitulescu, que llega con muchísimo retraso a nuestras pantallas. En el 2006, años dónde fue dada a luz, participó, consiguiendo un galardón en cada uno, en los Festivales de Valladolid y Cannes.
Una historia emotiva, con toques de comedia, que tan pronto nos encogerá el corazón con pena o alegría. Una fórmula que suele conseguir buenos resultados en el ánimo positivo del espectador al salir del cine