Sarah Polley me gusta, me encanta, me hace más llevaderas las películas y como consecuencia las hace mejores, sin duda, porque es buena actriz, porque los papeles que ha tenido los ha bordado con aguja fina.
El amanecer de los muertos, La vida secreta de las palabras o Llamando a las puertas del cielo son algunos de los ejemplos de distinta índole que demuestran el párrafo anterior, y tan pronto y tan joven, ahora, se pone tras la cámara. Algo bueno está pasando en esa cabeza rubia.
Lo que pretende ofrecernos es una película menor, sin demasiadas pretensiones, ni giros de cámara geniales, pero un sentimiento de persona mayor, con la experiencia del tiempo y la calma del anciano, con el respeto de la curiosidad de una joven entusiasta por mostrar un problema real que existe entre ellos. Podríamos decir por tanto que el guión aquí es lo más importante, y yo confío en él.
Julie Christie, la protagonista de Doctor Zhivago que también hemos disfrutado en las recientes Descubriendo Nunca Jamás o Troya, y Gordon Pinsent, un gran secundario como en Atando cabos o El buen pastor, son los protagonistas de una historia tierna donde también tienen su lugar otros actores de renombre como Olympia Dukakis (Magnolias de Acero o Entre mujeres) o Alberta Watson (The lookout).