Goya a la mejor película extrajera de habla hispana. Esta es la carta de presentación y a la vez el motivo principal de su comercialización en España. No es que no tenga fundamentos como para asistir a la cartelera, sino que los films grandes se comen los espacios y con la obligatoriedad de presencia de las producciones españolas, es difícil que películas como esta se hagan un hueco.
Situada en nuestro tiempo, tratando de narrar el devenir de la sociedad chilena de ahora a través de varias historias, no será una historia más cruzada, sino una especie de muestra del mundo de su país en unos tiempos que sólo allí entienden bien, y aquí podremos sencillamente vislumbrar a ojo de planos. De todas maneras no me fio, porque entenderla es entender su lugar particular, eso cuesta en el extranjero y además estas historias de historias me acaban por cansar, por muy soprendente que pudiera ser el enrevesado caminar de los personajes. No es razón suficiente o sí, aunque puede que tenga mejor pinta que la habitual, hablan bien de sus silencios.
Al final uno se acaba preguntando si en realidad estas dudas de los personajes son dudas universales o locales, es un problema en el cine propio de cada región, incluso de cada continente, cosa que Hollywood evita pero en contra pierde en verosimilitud, el término medio triunfa, seguro, pero hay que encontrarlo.