Crítica de la película De tu ventana a la mía por Obi-Wan

 Luz, piel y poesía. Con tres palabras se podría condensar las historias de las tres mujeres protagonistas de este film. Sin embargo, esta película está tan llena de matices que sería injusto encerrarla entre sustantivos, por muy románticos que estos puedan ser. Y es que además que del amor, Paula Ortiz quiere contar y plasmar muchas cosas más, y lo hace con un aroma muy especial.
 Tres épocas diferentes, marcadas todas ellas por el peso político correspondiente, dejan fluir y mezclar libremente los relatos de los romances truncados de tres mujeres. Especial mención tanto a Leticia Dolera, como a Maribel Verdú y Luisa Gavasa, todas ellas maravillosas, y terriblemente humanas.

Especial mención a la luz de esta cinta, nítida, clara, pura. Quizá sea que me tira la tierra, pero los pasajes de las Cinco Villas con ese cierzo incansable de fondo y los rayos de sol ganado la partida a la  frondosidad de los árboles de los Pirineos, se podían sentir y respirar. Los colores juegan un papel importante también, transformándose casi en un personaje más. Su pluralidad en el invernadero, su monocromatismo de la casa de Zaragoza, la aridez desértica de Cinco Villas. La atmósfera huele a pasado, pero los sentimientos son imperecederos.

Pero son los pequeños detalles y ese aire de nostalgia presente constantemente lo que la hacen diferente. Preciosa la escena de amor entre Maribel Verdú y su malogrado compañero, ambos en la cama, acariciándose, todo a flor de piel, pudiendo sentir esa pasión, ese amor, esa imperiosa necesidad de tocarse.

En definitiva, un canto a la libertad, en más sentidos de los que estrictamente se supondrían ante un ejercicio de romanticismo como puede parecer, sincera, profunda y personal. Un debut tras la cámara y la historia de Paula Ortiz, que auguran buenas perspectivas.