Desde que hace meses empecé a planificar mi noche de los Oscar tuve claro cuál sería la película que quería ver horas antes de que la televisión se inunde de estrellas desfilando por la alfombra roja.
Infiltrados era la elegida.
Ahora mismo estamos a pocas horas de la coronación de esta película y de su director Martin Scorsese. Así lo dicen las quinielas. Mi humilde opinión apunta más hacia la sorpresa. Pero todo se decidirá después de haber disfrutado de una película con mucho metraje que me va a mantener pegado a la butaca.
Una película en la que veremos las filigranas del bueno de Martin, un reparto de actores en estado de gracia con Nicholson, Di Caprio, Damon, Walbergh y Martin Sheen.
Y su habitual equipo de colaboradores entre los que destaca la editora Thelma Schoonmaker, que junto a Scorsese han revolucionado la manera de montar en el cine moderno.
Los miedos de William Monahan del que sólo se tenía noticia por El reino de los cielos parecen disipados tras su más que probable Oscar a Mejor Guión Adaptado. Una película que como todos sabréis ya a estas alturas es un remake de una película oriental, y que camina, gracias a su estupendo resultado en taquilla, hacia la secuela.
Scorsese ya ha perdido ese punch de su juventud, y en el reposo de su calidad cinematográfica,como los buenos reservas, entra mucho mejor.