Puedo aguantar la publicidad de Chevrolet, Panasonic, Porsche, Nokia y todos los demás productos que se nos van ofreciendo cual gigantesco escaparate a lo largo de la película. Lo que se me hace más difícil de digerir es el continuo anuncio de “alístate en las fuerzas armadas… porque molan”. Y me cuesta tragarlo ya no sólo por el asquito que me da ver el daño voluntario que creo que está haciendo esta película en los volubles adolescentes estadounidenses (que no es que sean más volubles que los adolescentes del resto del mundo, pero es que el mensaje va para ellos), me cuesta por otra razón además: los militares en esta película son más personajes de fantasía que los decepticons. Esto afecta a la trama y la película se resiente, que la tarjeta de memoria sea de Panasonic o no, me da un poco igual, más allá del insultante plano de detalle, no afecta a la trama, la propaganda militar afecta y mucho a personajes y argumento. En fin, lo que cabía esperar de una película estrenada el 4 de Julio.
Además, todo gira alrededor de la estúpida fantasía del adolescente medio americano (es decir, el que no termina de integrarse), y tenemos la tópica chica mona (y tan mona) por la que se pirria el protagonista pero claro, está con el capitán del equipo, que por supuesto no satisface sus necesidades. El protagonista, gracias a sus amigos los autobots, conseguirá besar a esta monada. Muy eficaz para vender palomitas, pero sobra por todos lados. Y que la mayor experta en comunicaciones sea la rubia despampanante mientras que sus compañeros sean los pringados de turno, me parece un tanto desfasado. Que el superhacker sea un viciado de los videojuegos que no parece demasiado listo, pues eso, pura psicología de ventas.
Todo esto que he comentado hasta aquí, unido a otros puntos sonrojantes del guión que no vale la pena comentar, hacen muy difícil terminar de disfrutar de esta película, y esto me parece una pena. Porque la película tiene ritmo, tiene unas estupendas escenas de acción, tiene unos efectos especiales inmejorables. La cámara se atreve a rodar continuamente desde dentro, desde debajo, desde un coche, ofreciendo una sensación de realismo y emoción impecables. Michael Bay va mejorando, ojalá termine de renunciar a sus planos de aire caliente y cámara lenta. No consigue generar tensión, lo cual es un fracaso, pero la acción se presenta de maravilla.
Shia Labeouf, aunque con un papel mucho más tontorrón que en Memorias de Queens, nos regala una interpretación fresquísima, con fuerza y, sobre todo, con un carisma sorprendente para un chico de su edad. Ahora si estoy convencido: será el indicado para Indiana Jones 4, hasta le saco un parecido a Ford en sus gestos.
Así que es una lástima, lo que podría ser una divertida película de palomitas para pasar el rato se vea manchada por tanto contra. Alguno dirá que soy muy exigente, que esto sólo es una película de acción y aventura. No es verdad. Si Spielberg no se limpiara la conciencia poniendo su nombre sólo en la producción y fuera además el director, no se habría permitido todo esto. La guerra de los mundos no es más que otra historia de invasión extraterrestre, pero bien se cuida de que el proyecto tenga calidad. No, no es admisible.
Todo lo que rodea a los autobots es una horterada, sus diálogos, su pinta y, especialmente, la escena en la que se esconden de los padres del chico. Pero es todo tan hortera y tonto que hasta tiene su punto. Al fin y al cabo es a lo que vamos, a Transformers. A eso sí voy, a un lavado de cerebro, a un escaparate y a un sueño adolescente no, a eso no voy.