Me gustó la primera aventura del nuevo agente Bourne. Matt Damon es un tío sosete, pero con pocas líneas de diálogo e hinchado en el gimnasio el tipo ganó cierta presencia. Funcionaba. Pero sobre todo funcionaba el nuevo concepto de cine de acción: Con el ritmo veloz que siempre requiere este tipo de películas, las hostias se volvían más secas, de las que duelen al espectador, y sus peleas a puño y pierna ganaban en realismo y sobre todo en velocidad con coreografías muy, pero que muy precisas. Todo un acierto.
No he podido disfrutar más que unos minutos de la segunda parte de la saga, El mito de Bourne, pero intuyo que sirvió para explorar aún más ese camino y ofrecerle a sus seguidores otro entretenimiento frenético. Probablemente de nuevo en una línea correcta. Esa segunda película ya la firmó Paul Greengrass (Sunday, bloody sunday, o United 93), y aquí repite responsabilidad.
A sus órdenes continúan Matt Damon y su blanca dentadura, pero sobre todo, una importante base de actores secundarios. Veo a David Strathairn. Veo a Joan Allen. Veo a Julia Stiles. Bueno, me gusta. Me gusta muhco, aunque Gael García Bernal se cayera en su momento, cuando estaba a punto de aceptar el rol de malo malísimo de la película. ¡Una lástima! Hubiera sido un gran punto a favor. Aún así, insisto, me gusta el plantel actoral; innegablemente, uno de los aspectos fuertes de la película.
Lo malo de la saga Bourne es que lo que tenía que aportar ya lo aportó. Y fue mucho. No son pocas las películas que ahora imitan su estilo, pero precisamente en eso va a caer también esta tercera entrega de la saga. Cuando una película funciona, nadie quiere tocar nada y sus continuaciones acaban por caer en la simple repetición. Así, pueden ocurrir dos cosas: Que antes o después el espectador se canse (cosa que aún no va a ocurrir, supongo) y los productores decidan dejar de invertir, o que la saga se perpetúe al estilo Bond y, simplemente, cambien de rostros, cambien de estilo, cambien de registro. Lo cual es harto improbable con un personaje de cierto éxito, como Bourne, pero tan tan tan lejos de la leyenda.