Como en el resto de las artes, en el cine también nos podemos encontrar piezas que son simples imitaciones. Cuando estas imitaciones son de calidad pasan a llamarse “películas de género”, pero me temo que este no es el caso. Nos encontramos ante una imitación de musical en toda regla. Con todos los aderezos propios del musical, pero colocados de forma mecánica y a veces hasta grotesca.
Con su música estándar de musical, sin la menor originalidad que tiene las habituales pretensiones de espectacularidad y sonido glorioso. Con sus escenas con el fantasma cantando a pleno pulmón en el tejado del edificio y la cámara en movimiento imposible. Todo con tintes casi de parodia, justo en la delgada línea que separa la fina parodia de la mala película, y evidentemente, la intención de sus creadores no es la de hacernos reír. Una película que podría haber sido realizada por algún amarillo habitante de Springfield.
En el avance que todos podemos ver en el cine cabe un halo de esperanza, justo en el final cuando a golpe grotesco de percusión aparece el nombre del director Joel Shumacher, (recientemente “Última Llamada”), que es un tipo de lo más flexible y camaleónico, que es capaz de adoptar todo tipo de estilos de dirección. Lamentablemente eso también supone que es capaz de realizar los peores films a la vez que otros de gran calidad (véase en el lado negativo las partes III y IV de la saga del hombre murciélago). No es una garantía, aunque sí puede llevarnos a esperanza. Después de todo, quizá sea una desastrosa campaña de publicidad. Mucho me temo que no.
De todas formas, a veces hay que ver alguna imitación que otra en el cine para poder seguir distinguiéndolas de las originales, y como no me apetece mucho ver esa imitación de aventuras que es “La búsqueda”, me voy a acercar al cine a ver el espectáculo del fantasma.