Esta película es imprescindible en cualquier filmoteca, pero especialmente en la de los más pequeños, como película referencia más allá de cualquier documental que no personaliza. Gracias a esta preciosa, agradable, inspiradora y fundamental película, sobre todo los niños pueden descubrir un mundo de calma y de relación con la naturaleza desde la normalidad de un ser humano curioso que muestra la graciosa niña protagonista.
Las reflexiones que la narradora nos deja caer de vez en cuando, ayuda a conciliar lo que se piensa con lo que sucede en unos minutos donde se nos deja disfrutar a base de planos y planos de bellísima factura, de genial armonía y complicidad con la naturaleza, podríamos decir que no hay mejor forma de mostrar a la naturaleza y al ser humano en buena conciliación, para mostrarnos tal y como somos y actuamos con ella en la normalidad del mundo moderno mejor utilizamos los miles de documentales que se encargan de escandalizarnos.
Aparcando el hecho de la terrible lucha del rodaje por arreglar todos los planos preciosistas con la otra protagonista, una zorra sinceramente primorosa, llegamos a un momento final lleno de tensión que agazapa los corazones dando una lección tremenda a los espectadores allí donde la muerte se nos escapa, como si fuesemos dioses que encima insisten en actuar con lógica de inmunidad. El revés de la historia, con la zorra en brazos de una niña que aprende lo que no debe hacer y que no tiene remedio, es sencillamente valiente y didáctico, consiguiendo exactamente lo que pretendía, concienciación y disfrute. Imprescindible.