Coincido a grandes rasgos con la crítica de Rómulo, aunque soy menos severo. Resbalón es la palabra para ese anuncio de colonias de duración alarmante que empieza cuando la protagonista se muda a su casa del campo y comienza su particular etapa ecologista. Termina cuando aparece la trama de la revolución francesa. Este periodo resulta un poco aburrido, aunque afortunadamente está colocado en esa parte donde las películas pueden permitirse bajar el listón, si es que se puede en algún momento: un poco después de la mitad y antes del final.
No deja de tener su encanto chill out y me gusta como sabe moverse Sofia Coppola en ese terreno visual. Ahora bien, uno termina por desviar la mirada. Tanto hipnotismo, rayos de luz y vestidos blancos terminan por cansar, especialmente porque no acaba de haber un motor que nos empuje.
Con el resto de la película estoy encantado. Toda la primera parte está perfectamente llevada por la cuestión de la consumación del matrimonio, con ese Jason Schwartzman espléndidamente desorientado. No vale la pena comentar cada secundario uno a uno porque todos están en su punto.
Y para estar en su punto, esa ninfa de colmillos juguetones que es Kirsten Dunst, que es presentada como uno de esos deliciosos postres de frambuesa que abundan en palacio, igual de rosa, igual de dulce e igual de apetecible, como en esa escena en la que espera provocadora al oficial sueco. Y, naturalmente, nos regala una interpretación impecable.
Las ambientaciones históricas, como a mí me gustan, detalles, costumbres, actitudes. Mucho más interesante que nombre tallados en piedra y fechas estridentes. Comienzo tranquilo, con pequeño avance de lujo, y una evolución comedida en la narración y descomedida en el lujo y esplendor, que nos va dejando una serie de escenas deliciosas.
El final, después de la parte maldita, me ha reenganchado de lleno. La angustia del asedio, el momento en que sale al balcón inclinándose y la diligencia hacia un camino sin retorno. Se podía haber contado mucho más, después había trama para rato, pero eso no le interesa a la directora, que quiere hacer un retrato de una joven, el sexo y la exageración. Podría haber tomado muchos recursos, parece que Madame du Barry (Asia argento) va a volver a aparecer, va a tener más importancia en la historia y sin embargo la deja colgada. Se mueve como le apetece y no sigue demasiado las reglas. Me gusta.
Otro resbalón tan largo como el del anuncio de colonias y en su próxima película no seré tan generoso.