Me encanta el cine independiente. Concretamente me encanta una parte de él, soporto otra y el resto lo detesto. Sería más correcto decir entonces que muchas de las películas que considero las mejores del año pertenecen al cine independiente. Eso sí. Y me temo que esta película no será un ejemplo de ello. Posiblemente será de las que detesto.
Estoy dispuesto a admitir cierta artificialidad y elección de cierto tipo de personajes extremos y diferentes, en favor del dramatismo y la originalidad. Incluso, a veces, y pocas veces, las menos, en favor de un cierto simbolismo. Pero esto es demasiado.
Historias de personajes bohemios en circunstancias artificialmente transcendentes, con el ya clásico formato separado en cuatro con pequeñas intersecciones. Va a resultar pretencioso, excesivo, cargante, visto y revisto, y sólo en caso de mucha sorpresa nos encontraremos con un trabajo interesante.
Tenemos actores de medio pelo como Yorick van Wageningen, que para tener un nombre tan poco oído se le ve mucho, por ejemplo en Las crónicas de Riddick. Emily Ryos, a la que hemos visto en Quinceañera. Y tenemos una aparición estelar (mira que hay que ser cutre para hacer este tipo de guiños) de Eric Burdon, quien fuera el cantante de The Animals.
La tenemos en la sección de nuevos directores. No me apetece aunque le daré una oportunidad, al fin y al cabo, esto es el festival.