Si uno se dedica cuidadosamente a quitar todo ese ruido de marketing que hay detrás de Anticristo: los pases en Cannes, los desmayos, las censuras, las propias declaraciones de Von Trier, la propia personalidad de Von Trier, el debate sobre erotismo y pornografía; uno acaba descubriéndose a oscuras en una sala de cine, viendo una película que lo termina dejando indiferente. Esto es lo que me ha sucedido con Anticristo.
Von Trier se ha empeñado en hacer una película de terror y nos ha demostrado que, pese a todo lo creativo que es, no sabe hacerlo. No es su campo, no es su business. Lo suyo, en cambio, es el drama, que lo maneja como nadie, y, en menor medida, los discursos filosófico-morales. El discurso filosófico-moral que nos ha querido traer es de un plano que asusta, en esta especie de oda a la misoginia que tiene el valor de filmar. Creo que no es correcto omitir el término y, simplemente, pasar de puntillas apuntando a su poco aprecio por el sexo femenino. Sin ir más lejos, el propio Von Trier no se esconde de decir que se ha basado en August Strindberg, misógino declarado.
Para llegar a la tesis de la película, antes debemos tragarnos todo un simbolismo bastante chusco por cierto en la que Von Trier es incapaz de generar inquietud y terror sin puros artificios técnicos. Donde Shyamalan conseguía transmitirnos terror con un plano al bosque, Von Trier copia a David Lynch y se dedica a meter de repente frecuencias de sonido con afán de inquietar, pero sin darnos motivos para la inquietud. Es un error muy recurrente en el film.
Entiendo que Von Trier quiere que nos sintamos dentro del film para sentir la opresión de los personajes, pero para ello sigue caminos equivocados. Para empezar, con la escena inicial, que de tan bella está rodada, es irreal, e impide que podamos entrar en ella. No entrar en la primera escena impide que podamos compartir el sufrimiento del personaje de Charlotte, su desconsuelo, aunque luego sí que es cierto que Von Trier filma como nadie la sensación de la ansiedad, ahí sí que está acertado. Y sin estar dentro del film nos propone una terapia psiquiátrica, como mil que habrá hecho él, como espectadores con mucha distancia de lo que sucede en el film. Y ahí llega el naufragio de su propuesta.
Por el camino tampoco nos encontramos con un Von Trier especialmente inspirado en la cámara, sustentándose toda la parte del bosque en la fotografía de Dod Mantle y en las interpretaciones de los actores. Si algo habría que premiar del film, quizá sea a la Gainsbourg, está claro. Y lo que puede parecer un Von Trier desatado es una especie de remix de cosas que hemos visto mil veces. Que un zorro habla, bien, en Lynch hay conejos que planchan; unas escenas de tortura con inspiración medieval que palidecen al lado de la última parte de Audition o cualquier otro film de Takashi Miike y etcétera que nos demuestra que Von Trier incluso falla en su trasnochada máxima de «epater les bourgeois».
Con todo, un decepcionante film, que tampoco resulta ser una pérdida de tiempo. El prólogo y el epílogo, a pesar de los pesares, son fantásticos desde un punto de vista visual, al igual que el plano del entierro. Muy poco bagaje para el que se considera como el mejor director del mundo.
Un último apunte...me sorprende la gente que habla de referencias al cine de Tarkovski...no lo veo por ningún lado. Claro, que Von Trier dedica el film a Tarkovski y su pléyade ve cosas donde no las hay...