En la actual edición de la semana de
terror hay una coherencia interesante. Este falso documental,
Vampires, para la respuesta contraria, o complementaria si se
quiere, tenemos al mismo tiempo a dos películas que vimos en la jornada
anterior. Por un lado es una respuesta a las vampiras cool de Somos
la noche, con estos vampiros rutinarios y grises, de vidas poco
agradables, con poderes poco vistosos. Por otro lado, si en El
último exorcismo, se utilizaban las técnicas de no-ficción
para enfatizar el terror, aquí lo que se busca es un chocante
sentido del humor. Por supuesto, en consonancia con el humor absurdo
que impregna la película, se permite todo tipo de licencias a la
hora de rodar de esta manera. En definitiva, un estilo similar a The Office.
El punto débil de esta película está
claro: sin demasiado hilo argumental, se nota el peso del transcurrir
de los minutos. La dictadura de los 90 minutos (es exactamente lo que
dura) ha hecho mella sobre esta película.
Por lo demás, momentos cómicos y
chistes de lo más ingeniosos, con mucha retranca hacia la sociedad
Belga. La película se ríe de todo, de la política, de la sociedad
aburguesada, del mito del vampiro, de los adolescentes rebeldes, del
victimismo falso, de lo gris que es Bélgica...
Unos actores muy en su punto,
especialmente en cabeza de familia, Carlo Ferrante, con ese
equilibrio imposible entre siniestro, amable y casposo.