Cada día soporto menos a Bigas Luna, ese hombre que siempre quiso ser el Tinto Brass español y no tuvo los huevos para hacerlo abiertamente, decir yo hago cine erótico y dejar de lado sus argumentos y sus estúpidas coartadas. En lugar de eso, lo que hace es basura.
Nunca entenderé que ven tantos y tantas en Jamón jamón, ni en Huevos de oro, ni en el resto. Los mismos que con lógica aplastante abuchean y se cachondean de la payasada que es Bambola, en cambio, se ponen cachondos viendo a Javier Bardem en una pelea a jamonazos, toreando en pelotas a un novillito de tres al cuarto, o comiéndole las tetas "con sabor a tortilla de patatas" a Penélope Cruz. Qué país este...
Ahora, el colmo, persiguiendo el éxito de taquilla, intentando ser ahora el Santiago Segura de las pelis para pajilleros que no se atreven a ir al videoclub y alquilar las de la fila de arriba sin morirse de vergüenza, Bigas Luna ha machacado y machacado por internet con su nueva peliculilla desde meses antes de su estreno. Y lo peor, tras una sobredosis de gags del Neng de Castefa, se ha quedado convencido de que el tunning, las pastis y el magreo barriobajero son lo que más molan y cantidubi dubi dubi, y que si le da bola a eso seguro que tó quisque ve su peli, y en esas se ha puesto. No quiero ni pensar la clase de ridículas soplapolleces de abuelo salido que nos puede plantar en ese entorno.
Puede ser terrible. Que alguien le convenza para que pare, por favor.