Quizá se me ha pasado algo. Sí, creo que eso será. Quizá los planos fijos de vista aérea de París con música que duraban ¿cuánto, medio minuto, un minuto, una eternidad? tenían un porqué muy determinado y se podían disfrutar... quizá.
Como quizá también se puede disfrutar ver a los camareros recogiendo la mesa durante ¿cuánto, un minuto, dos minutos, una eternidad?
Y lo peor es que la película dura sólo setenta minutos, que le sobre tanto, que le sobre algo, es imperdonable. Y para conseguir la nada absoluta. Unas conversaciones de bar para resumir el capítulo anterior que terminan llenando casi toda la película. Una persecución en varias fases y una cena final que no va a ningún lado. La nada.
Pobre homenaje.