Parece que el estreno de Iron Man debería ser todo un acontecimiento, o esa sensación le puede quedar a uno cuando se da un garbeo por algunas de las webs de cine que pueblan el ciberespacio. A mí la verdad, no me motiva más que la inquietud de saber si va a ser mala o sólo regular. Y que no venga nadie a tacharme de elitista o de tener pose cultureta, pues soy el primero que espera con gran ansia la siguiente entrega de Batman, El caballero oscuro y, especialmente, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Porque creo que esas serán grandes películas con grandes directores y buenos guionistas. También porque escucho la música de Indiana y se me hace el culo caramelo, claro. Pero Ironman, ese superhéroe de segunda, no se mueve, ni mucho menos, en esta división.
Lo mejor que podemos decir de ella es que no se encontrará a un nivel tan bajo como Los cuatro fantásticos y otras lindezas similares. Está claro que se le ha querido dar un puntito de calidad, pero si esto se quiere hacer en serio, lo primero es contratar a un buen equipo, y aquí se han quedado en el reparto.
Tener de protagonista a uno de los mejores actores del momento, Robert Downey Jr. es toda una ventaja. Su frescura le vendrá de maravilla a un personaje. Sus recientes trabajos en Zodiac o Retratos de una obsesión son impecables. Tenemos también a Terrence Howard, un actor eficaz al que hemos visto en varias películas desde Crash. Jeff Bridges siempre suma puntos a una película y Gwyneth Paltrow siempre es agradable aunque realmente no sea una gran actriz. Rematamos con una participación del gran Samuel L. Jackson y ya tenemos un reparto redondo. Por supuesto, el cameo habitual de Stan Lee, uno de los padres de la criaturita.
Todo eso apunta muy bien, pero luego todo se va al traste con un director mediocre como es Jon Favreau con precedentes tan desalentadores como Elf en su currículum. En el guión, un grupo de nada menos que cuatro colaboradores para adaptar al cine las andanzas de este héroe de la viñeta. Lo mejor: que dos de ellos participaron en el texto de la excelente Hijos de los hombres. Lo peor: que seguramente habrá más influencia de los otros dos guionistas que tienen unos antecedentes descorazonadores.
Los avances nos auguran unos momentos inaceptablemente sonrojantes y mucha vergüenza ajena, pero quizá también puedan reservarnos un cierto entretenimiento bien acompañado de refresco y palomitas, algo en la linea de Transformers, hortera, inaceptable pero por lo menos nada aburrida. A eso es a lo más que aspiro. Entre tanto, yo sigo tarareando Indiana.