Me da la sensación de que mi compañero Sherlock quizás haya sido un poquito demasiado duro con esta película. Y eso que yo mismo comparto muchos de los defectos que él señala. Aunque no todos (especialmente en desacuerdo sobre la vacuidad e la película). En cualquier caso, esas varias coincidencias, las aprovecho para no extenderme demasiado en el capítulo negativo, aunque sí subrayaré dos o tres aspectos que me han molestado: El arranque torpe y deslavazado, demasiado inmerso ya, de lleno, en las situaciones, con alguna que otra presentación brusca y desacertada (como la del personaje de Keanu Reeves). O los torpes flashbacks -casi más flashes que flashbacks, de hecho-; de todos ellos, hay uno o dos que funcionan, el resto son un mecanismo inútil, como pretendiendo dotar a la película, con técnicas como esa, de cierta personalidad propia. Una estupidez, vamos.
También podría recordar pequeños momentos sueltos, concretos, que me han chirriado lo suyo... (sí, por ejemplo ese ridículo planito final del protagonista corriendo por Nueva York a cámara lenta). Pero, en compensación, entre las distintas virtudes de la película también recuerdo, precisamente, escenas sueltas, concretas, que me han interesado lo suyo...
Además, después de su arranque tan brusco y fragmentado como titubeante, la cinta poco a poco coge un pulso y un ritmo y consigue despertar el interés continuo del espectador, que a la de cierto tiempo se descubre a sí mismo interesado con el porvenir de este chiquillo tan talentoso como desorientado.
La evolución lógica del personaje, ni qué decir tiene, está perfectamente estudiada y cuidada, muy mimada en el guión, sin altibajos ni salidas de tiesto. Los personajes secundarios, en su mayoría, ayudan y mucho a enriquecer el retrato. Además, la gran mayoría de ellos están tratados con un apreciable cuidado individual. Cada personaje tiene su peso, tiene su poso. Unos más, otros menos; pero, quizás, cada uno en su justa medida.
El capítulo de personajes, por cierto, me lleva (antes de cerrar estas líneas) a destacar el trabajo actoral de la cinta: Lou Pecci está simplemente impecable e incluso sorprendente en su complicado rol protagonista. Muy bien Vincent Vaughn como ese curioso profesor pero, sobre todo, muy muy bien el otro Vincent, D'Onofrio, engordando magistralmente quizás uno de los personajes más desagradecidos de toda la película. (Keanu Reeves, ni tan mal; maneja un personaje tan interesante como breve con cierta discreción.)
Y no por casualidad dejo para el final a Tilda Swinton, que está a un nivel increíble, superior. Una potencia interpretativa, simplemente, de premio.
Después de tanta loa, quizás parezca que pretendo dejar un sabor por encima de lo que realmente a mi mismo me ha parecido. Pero sin llevarnos a engaños; la película es lo que es: tan interesante como normalita.