Pelin Esmer visita de nuevo la ciudad de San Sebastián. Hace unos años presentó por entonces su último trabajo bajo el título de Oyun en 2005. La directora turca se pone el mono de trabajo y manos a la obra con el fin de ofrecernos una historia seguramente tierna, sobre la amistad, sobre los valores, algo que gusta y mucho en el público donostiarra y que en definitiva se convierte en lo que siempre denomino carne de festival o alma festivalera. Mi pequeña y humilde experiencia en el Festival de San Sebastián me dice que nos solemos sumergir en los tópicos, en las malas lenguas, en el boca a boca para pelear por la entrada de esa película que ha arrastrado con todo el peso de la publicidad la capacidad de decidir por uno mismo la película que realmente le conviene.
Ya es hora de que el instinto cinematográfico de cada uno trabaje como un imán y conceda en cada uno de vosotros la capacidad de desmarcarse de las tendencias mayoritarias. Porque la amistad es algo muy grande, porque los viejos ideales nunca cambian, porque el cine de oriente siempre nos invita a ser testigos de una atmosfera, historia diferente a la de cada uno de nosotros. Un libro de corte sencillo apto para los más bohemios. Algo que llena de vida al individuo más que a las masas.
Posiblemente nos encontremos con una cinta de aspecto clásico, diálogos frescos, tiernos. Y una historia con altibajos, capaz de hacernos reír y de llorar al mismo tiempo. Además de poder disfrutar de la musicalidad del idioma turco. Película para la intimidad y a priori, sin papeletas de arrasar. Es de las mías.