Podría haber sido mejor. Podría no haber tenido tiempos muertos, podría no sonar tanto a relleno en algunos momentos. Podría haber tenido aun más imaginación, un poco de locura y más maneras de intentar tirar abajo la dichosa roca. Podría haber sido mucho más redonda.
Aun y todo, una película de la que salgo contento. Primero porque he tenido la oportunidad, de una vez por todas, de ver otro enfoque de cine iraní. Ya dejan claro de entrada que esto no sigue el patrón nacional. Hablan de mails y fotos digitales, no de conseguir trabajo en el taller de mi primo. La cámara mucho más moderna que el habitual plano fijo de encuadre portentoso. Aquí, aunque también hay encuadres muy bellos, la cámara se encuentra en movimiento, dentro del coche vibra y recibe el golpe del portazo. No se olvida de los planos generales pero no abusa de ellos como es costumbre. Los diálogos rápidos, extensos y en muchas ocasiones intrascendentes. Curioso detalle de la banda sonora de desperado en el móvil de un personaje. Se podría decir que Antonio Banderas participa en la película.
Por esto ya valdría la pena ver la película. Como interés. Pero por momentos como el de la motosierra o el final mismamente vale aun más la pena.
El presupuesto parece nimio, ya desde la cámara, que como sabemos el digital es mucho más barato, hasta el escenario reducido y por la dosificación de ciertas tomas, irreal. Me refiero a que ahí abajo no había ningún lago sin duda, ni el coche estaba cerca de la zona de la roca. Todo eso se ve, pero no molesta demasiado. Con menos presupuesto que otras, se mueve con más garbo y produce un efecto mucho más interesante.
Una divertida metáfora sobre un sistema inamovible. Veremos por donde continua este director.