Hablar de Irlanda en el cine no sólo es recordar títulos como The Boxer, En el nombre del Padre o Michael Collins. Irlanda en el cine también es Jim Sheridan como uno de sus grandes directores o títulos como Mi pie izquierdo. Porque en su momento lo político lo acaparó todo y era difícil ofrecer un producto irlandés más local, más puro sin olor a gasolina ni con la dirección puesta en el Ulster. Y existe un amplio abanico de productos cinematográficos irlandeses de mucha calidad. Busquen y en un abrir y cerrar de ojos lo encontrarán.
Ahora a lo que vamos: Garage. Lo primero que es un título corto, fácil de recordar y curioso. Y a primera vista el cartel de la peli ya nos da pistas de que será una película seria pero envuelta de ironía. No nos engañemos: es Irlanda. Un país que tiene como a su hijo predilecto al DRAMA en mayúsculas, que ha convivido con el drama toda su historia además de el dolor, las injusticias e incluso que convive con un clima gris, brumoso. Quiero decir que ojalá se nos ofrezca algo diferente y fuera de lo comunmente conocido como temática irlandesa y drama irlandés. Pero difícil será salir de conceptos tan básicos que hasta ahora se han mantenido inaleniables y duros como rocas. Pero a pesar de todo esto confío plenamente en que pueda contarnos en hora y media la historia de alguien, de algo, que lo maquille con música capaz de sentir el mal tiempo y por supuesto el drama. Una combinación de lo de siempre con algo nuevo.
Este film está dirigido por Leonard Abrahamson y protagonizado por Pat Shortt. Como de costumbre: tabernas, trabajo, familia, experiencia, vejez, adultos y niños, consejos y un largo etcétera. Tan sólo quisiera dejar claro que en ningún momento es mi intención criticar al cine irlandés ni al país con todos los tópicos de su historia ni las historias que llevan cine. Simplemente creo que cinematograficamente hablando no ha habido una evolución en cuanto a temática y a salir del cascarón. Soy un gran seguidor de títulos antes mencionados y soy el primero en disfrutar de esas historias de paro, pobreza, conflictos políticos y tabernas, por lo románticas y literarias que son en la mayoría de los casos, pero hay tanto ya de todo eso que creo firmemente en la capacidad de este país para ofrecerme cine de calidad suficiente como para no perder a un seguidor de los suyos. Pido un cambio, el giro hacia lo desconocido.