¿Nadie más tiene la sensación de que
Mark Wahlberg ha hecho varias veces esta película? Será
quizá por su propensión al cine policiaco, o porque como el actor
limitado que es, siempre parece el mismo personaje. El caso es que
aquí tenemos otra de drogas, mala vida y pistolas, con la cara buen
tío malote del sr. Wahlberg. Aunque hay algo que le tenemos que
reconocer al actor, y quizá esté más relacionado con su faceta de
productor que se mueve bien en la industria: muchas veces trabaja con
gente interesante.
En este caso es el director islandés
Baltasar Kormákur, un tipo de lo más variado. Empezó con
una extraña comedia romántica donde Victoria Abril pasaba fresquito
en tierras nevadas. Apuntaba maneras aunque era algo cargante y vacía. Sin embargo, en
su segundo trabajo cambio el chip completamente, asumiendo las claves
del drama familiar de la escuela nórdica, en Hafid (The Sea),
una película muy distinta a la anterior, muy sólida, intensa. Pero
tampoco se paró ahí, en su siguiente película dio el salto a
América, con Verdades ocultas. Lejos de seguir potenciando
sus raíces nórdicas, esta película estaba más cerca del cine de
la América profunda, del neo noir al estilo Coen. En fin, un
cineasta muy capaz de adaptarse, y, en cualquier caso, uno de los más
importantes realizadores de su país, y de los más aclamados.
Reconozco que después le perdí la
pista, pero ahora vuelve a Hollywood con un remake de una película
islandesa que él protagonizaba y producía, aunque concretamente no
la dirigía. Tuvo cierta repercusión internacional, y como no, ahora
llega la versión americana, y él mismo se encarga de dirigirla. Así
que tendremos, seguramente, un sólido cine negro, que sin ser nada
del otro mundo, será siempre una buena opción en la cartelera.
Aparte del justito Wahlberg tenemos a
Ben Foster (que le aguantaba el tipo muy bien a Woody
Harrelson en The Messenger); Lukas Haas que además de
ser el crío Amish de Único Testigo, le hemos visto hace no
mucho en Origen; la poco expresiva Kate Beckinsale,
aquí sin su traje de Vampira, y el graciosete de turno, Giovanni
Ribisi, que siempre le da un caché a los personajes tirillas.
Lo dicho, seguramente un correcto cine
de drogas y dinero sucio.