Hablamos de una película social, sin demasiados arreglos para el entretenimiento y sí para una reflexión que muchísimas veces se nos olvida es muy necesaria en cine, aunque esto supongan algunos minutos de parón o escenas lentas donde descansar la vista.
Situada en el Jerusalén moderno, presenta una situación complicada para un film que podemos catalogar de drama, que satisfacerá a los pocos visitantes de sus excasas salas, pero sin mayor reclamo.
Bien recibida en el Festival de Sevilla, y en el Festival de Cannes, cuenta con los actores de cierto recorrido Michael Moshonov (menos conocido) o a Limor Goldstein al que muchos reconocerán en El cuerpo.
Sin duda alguna cine de pocas palomitas, costoso de ver en cartelera más allá del culto de un festival, pero interesante propuesta y pieza para el rompecabezas de una filmografía sana.