Antes de nada: calma. La gracia de un titular es captar la atención del espectador. No se incomoden, que están sacando las cosas de contexto.
Me asombra que entre varios de mis compañeros precríticos la película esté calando bien, y que las estrellas se enciendan sin rubor ni pudor, cuando el feeling de este film para mí es más bien escaso. Los intentos del cine español en el mundillo del terror están gozando de gran protagonismo e interés en estos últimos tiempos, con cintas correctas como El orfanato o mucho más brillantes como REC. Atrás quedan los intentos de cine de género de terror con películas como Tuno negro o El arte de morir.
Pero el caso es que miro, observo, y requetemiro esta Imago Mortis y me siento más cercano del giallo, que del buen cine de género de terror. Y es que el director sea italiano y haya producción italiana me lleva más a pensar en una cinta de terror de medio pelo, que de lo que oigo sobre ella.
Un argumento que se iniciará interesante y que terminará por parecer un tanto ridículo y escenas de manual en la clásica casa de terror, juegos de luces y película se sustos en la que la originalidad brillará por su ausencia. Porque Álex Angulo, lo mismo hace un papelón en El laberinto del fauno, como se embarca en Fuga de cerebros; y porque Alberto Amarilla no me vale como intento de ser Eduardo Noriega, y porque Leticia Dolera se queda a medio camino entre Belén Rueda y Manuela Velasco.