En pocos años la fama de Hugh Jackman ha subido como la espuma, y ha sido algo merecido, además de ser un gran actor, el australiano ha demostrado ser de lo más completo, ganando un premio Tony y deslumbrando con sus dotes de showman en la gala de los Oscar, recordando sus tiempos de vodevil. Atención a este hombre que sigue los pasos de Tom Cruise, trabajando con buenos directores (Brian Singer, Woody Allen, Christopher Nolan, Darren Aronofsky) y ahora, como no, ya tiene su propia productora, Seed Productions. Así que ya puede pasearse por los programas de televisión, lo vimos en El hormiguero, haciendo gala de su sonrisa y sus bíceps, además de su concepto del espectáculo, para aumentar los beneficios todo lo posible. Todo ello sin necesidad de subirse a un sofá. Todavía.
Pero volvamos a la película, el segundo proyecto de Seed, después del discreto estreno de La lista, Jackman vuelve con ganas al personaje que le dio la fama, lobezno. Ahora en absoluto protagonismo, como merece su nueva condición de estrella, sin necesidad de todo el grupo, en su mayoría personajes desaprovechados. Un ejemplo más de precuela con el origen de un héroe como argumento, es decir, la práctica común en estos tiempos.
Como vivimos una época en los que, para conseguir buenos resultados, se ha de proveer al cine de acción de un equipo de cierta calidad, Lobezno no podía ser menos. Para la dirección se ha contado con Garvin Hood, el sudafricano director de Tsotsi, título seguramente sobrevalorado que ganó el Oscar a mejor película extranjera y que le sirvió para conseguir un billete de sólo ida a Hollywood. Ya ha estrenado una película americana de mediano interés, Expediente Anwar. En cualquier caso, un director con la cálidad mínima necesaria para un proyecto sin mayor pretensión artística, y que recaerá en gran parte, en manos del equipo de la segunda unidad. Caso similar al Quantum of solace de Marc Forster.
De todo esto, seguramente el punto más interesante es su guionista. Y quizá prueba de ello es que ya estaba confirmado mucho antes que el resto del equipo, lo que induce a pensar en un proyecto en el que ha mostrado cierto interés. Hablamos de David Benioff, el responsable del guión (y novela) de una de las mejores películas de los últimos años, estoy hablando de La última noche, de Spike Lee. Benioff se mueve tan bien en el drama puro y duro (Cometas en el cielo) como en superproducciones como Troya, dónde tomaba un camino inteligente y fresco. No quiero dejar de comentar el título que me falta, Tránsito, porque supone un complejo desarrollo que se arriesga en un género trilladísimo saliendo ileso.
En definitiva, un gran equipo que creo que lucharán con ganas por el éxito, especialmente Jackman, y que harán de esta una buena película de entretenimiento, que de primeras podría parecer otro subproducto más. Habrá que comprobar si es cierto.