Crítica de la película Gentlemen Broncos por William Munny

El director de Napoleon Dynamite y Super Nacho vuelve con su habitual estilo de cine distinto, con todas sus letras mayúsculas, de cine de producción y pensamiento propio y encima divertido y grato de ver y contemplar. Muchas ys porque lo merece, recordándome el mérito de poseer un estilo propio para la comedia, salvando las distancias, como el de Wes Anderson. Ahora, con Gentleman Broncos se trata de volvernos a meter en harina de otro costal a base de situaciones que no hemos visto antes y de personajes que tampoco hemos ni siquiera imaginado con anterioridad.

Los amantes del cine de siempre, con sus formas impolutas que ni se planteen caer en la tentación. Esta película es disparatada en el sentido de ser imposible de clasificar, imposible de descubrir o incluso anticiparse, es en toda regla una flor silvestre que disfrutar sin prejuicios y directamente viajando a lo hondo de sus intenciones, entretener pero con absoluta calidad de cámara y dirección.

La locura está compartida en esta ocasión por el actor Sam Rockwell (Moon), en un papel que no había hecho nunca, eso seguro, con el centro de atención sobre Michael Angarano (Sky High una escuela de altos vuelos), el jovencísimo, su madre Jennifer Coolidge (Teniente corrupto) mil veces vista como secundaria cómica y Jemaine Clement (Eagle vs Shark) ideal para el papel. Una aventura destructora, que nos llenará un vacío en un espacio ocupado por nada.