Crítica de la película Prométeme por Obi-Wan

La primera vez que mi camino se cruzó con Emir Kusturica fue con el estreno de Gato negro, gato blanco. Me maravilló. Su locura, sus excéntricos personajes, su fotografía, su música y su absurdez incluso, fue lo que me enamoró de él. Desordenadamente he ido visionando parte de su filmografía. Underground, para mí su mejor película, mágica, satírica y con una banda sonora capaz de alegrar el peor de los días. La vida es un milagro un poca más sosa pero que sigue conteniendo ese toque especial. Su aventura americana, El sueño de Arizona y la cínica pero no menos delirante El tiempo de los gitanos.

Gran triunfador en Festivales internacionales en otras ocasiones, Kusturica decepcionó a la critica con la cinta que nos ocupa este año en Cannes. Pero eso es algo que no me desmoraliza, aunque sepa de antemano que no se va a innovar mucho en el registro al que nos tiene acostumbrados. Sé que volverá a contarnos una historia un tanto disparatada en su planteamiento y llena de extravagantes personajes y con eso me basta.

Reconozco que el cine de Kusturica puede ser difícil de digerir para parte del público. Pero los que disfrutan con una visión diferente de las cosas, el surrealismo, bellas imágenes llenas de significado y no se han atrevido aun con este director, quizá esta sea una buena ocasión. Yo no me la quiero perder. Eso sí, hay que ir con la mente abierta.