Adiccted to Love o Adicto al amor es el título bajo el cuál el director chino Liu Hao presenta su trabajo en el Festival de San Sebastián y además en su Sección Oficial. Para los que gozen de memoria y sean bastante festivaleros se acordarán de la ganadora del certamen hace tres años Mil años de oración. Muchos de los que tendrán la suerte de asistir a la edición del presente del Zinemaldi llegarán al ya clásico momento de decantarse por una u otra peli siguiendo criterios varios como los horarios o el perfil de la cinta en cuestión. Bueno, Addicted to Love puede carecer quizás de ese atractivo a primera vista y en efecto puede recordarnos a la ganadora de hace tres años y puede surgirnos la duda de si arriesgar nuestro tiempo y dinero por algo más innovador o quedarnos con la copla de siempre. Yo, en esta ocasión me decanto por mi lado festivalero más clásico y comprometido y Addicted to Love es una de mis elegidas llegado tal momento. Cierto que es un producto que se le ve la silueta pero nunca el rostro. Por eso y sólo porque a veces nos quedamos con una primera impresión desde afuera yo le doy cuatro estrellas por dos motivos.
El primero de ellos es el tema que trabaja. Al igual que en Bicicleta, manzana, cuchara el alzheimer es el protagonista. Pero al contrario que la película de Carlos Bosch, la cinta china no será tan directa ni transparente ni pretenderá azotarnos directamente. Lo hará de una manera más clásica, una historia enternecedora muy al estilo La caja de Pandora, lineal, cariñosa, intimista, muy personal, con una estructira más tradicional. Liu Hao tira de actores no profesionales, una actividad muy corriente en muchas de las películas que pasan por el Zinemaldi y que suelen tener más exitos que fracasos. A pesar de que huela a lo de siempre, el amor nunca se pudre, no si se conserva en buen estado. Una adicción peligrosa a la vez que necesaria. Mi segundo motivo es esa fórmula cinematográfica que permanece en la capital del Urumea que tantos aplausos a generado en estos años.