Lo más destacable que ha hecho, en toda su vida, Peyton Reed (para el que no lo sepa, el director de esta tontería llamada Separados), fue dirigir capítulos de la serie de TV de Regreso al futuro (que hasta hace bien poco yo ni sabía que existiese). Por lo demás, una filmografía tan pobre como esta su última película.
Resumámos la historia de su gestación. A Jennifer Aniston la deja tirada Brad Pitt. Despechada, y después de pasar por todos los colores imaginables, desde el rojo hasta el negro, incluyendo el morado, el verde y una variación enfermiza del amarillo (increíble pero cierto), la Aniston, esa mujer con carita de poney a la que muchos inexplicablemente encuentran atractiva, decide que lo mejor que puede hacer como persona inteligente que es, es liarse con el primer actor que pille a mano para demostrar al mundo que hay vida después de Pitt (y yo no lo discuto, pero para una fémina, de estar con Brad Pitt a estar con Vince Vaughn... pues sí, la vida sigue pero debe ser una vida muy diferente). Y, efectivamente, Vaughn es el elegido para, primero, suplir al protagonista de Troya en el corazón de miss Poney y, seguidamente (a ver si así lo aprovechan en taquilla y de paso le cacarean su gran amor prefabricado a todo el mundo), nos regalan una comedia romanticona graciosona retozona.
De comedia, al final, poco. De romanticona, casi ni eso. Ñoña, diremos. ¿Graciosa? Ni soñarlo. ¿Retozona? No se atreven. Odio este Hollywood.