Arrugas ha sido una sorpresa a medias. Lo que normalmente les falta a estas películas suele ser el tono de tristeza suficiente que parece es un delito emitir a este tipo de animación, pero en esta película, precisamente, la melancolía y la empatía para con los ancianos protagonistas nutren del sentimiento sin problemas.
El trazo del dibujo nos es tan importante sino el detalle con el muestra a cada momento el avance paulatino de la muestra vigorizante a ritmo argentino, pero tras superar esa trampa divertida nos vamos tirando a la piscina, nunca mejor dicho, hasta descubrir otra realidad intuida del día a día con una firmeza que se instala en el segundo piso de nuestra conciencia.
El grito de auxilio, el caer de los años, la humanidad con la que Emilio pasa por sus momentos está perfectamente dibujada tanto material como psíquicamente, siendo el viaje alucinante para todos los asistentes al film, mayores y pequeños.
Es por tanto una alegría arrebatadora disfrutar de este film grato y duro, como baluarte de un tipo de cine que pocas veces se nos presenta, con éxito y humilde.